¿QUÉ ES SER ACOMPAÑANTE TERAPEÚTICO?


En los años 70 las descompensaciones psicóticas eran resueltas exclusivamente en la internación institucional, esto equivalía al aislamiento del paciente de su familia. Como alternativa a esta estrategia surge la internación domiciliaria y la figura del Acompañante Psicoterapeútico como sostén del tratamiento en el ámbito del paciente, evitando así la internación en una institución psiquiátrica. Se lo llamaba "amigo calificado", luego fue sustituido por el nombre de "acompañante terapéutico", este cambio tuvo que ver con un cambio en relación a la función, acentuándose lo terapéutico por sobre la amistad.
El acompañante no es un amigo y tampoco debe presentarse como tal, aunque en un principio puede facilitar el vínculo, con el transcurrir del tiempo puede perjudicarlo o hasta producir la interrupción del acompañamiento como consecuencia de la desaparición de las diferencias que siempre deben estar presentes.
El acompañante no debe responder a la amistad con amistad, pero no debe rechazar que el paciente lo ubique en ese lugar, ya que esto es necesario para llevar adelante el acompañamiento.
Otra de las cuestiones por las que no puede ser un amigo, están en relación al pago y al horario acordado.
En relación al honorario de nuestro trabajo utilizamos como estrategia, realizar la primera entrevista en el domicilio particular del paciente y allí evaluar: contexto familiar, socioeconómico, frecuencia semanal del AT y dificultades tanto del paciente como de la familia.
El campo de trabajo del acompañamiento terapéutico se ubica en relación a pacientes con riesgo suicida, adictos, anorexia, bulimia, depresión, psicosis, fobias, ancianos socialmente aislados o pacientes que presentan dificultades en un tratamiento.
La tarea se realiza siempre en equipo y los objetivos son planteados por el profesional tratante.
Integrado a otros tratamientos, permite su continuidad en el ámbito de la vida del paciente, con su familia y con la comunidad en la tarea de resocialización.
El trabajo del acompañamiento terapéutico sirve para sostener a un sujeto en sus actividades diarias. Se busca permitir que el paciente continúe o retome sus actividades laborales, sus estudios y sostener su inserción social en la medida en que esto sea posible.
La función del acompañante terapéutico puede definirse en relación a la estrategia que construye un psicólogo o psiquiatra en un tratamiento y a las particularidades de cada caso, la función del mismo no puede establecerse de antemano, sino que se irá delineando en relación al desarrollo del tratamiento.
Si bien, el acompañante terapéutico realiza intervenciones, tiene limitaciones, no debe hacer interpretaciones al paciente y debe remitirse a una estrategia. El espacio que genera tiene su singularidad, con la posibilidad de establecer una táctica propia, en la práctica, esto se sostiene a partir de las reuniones entre acompañantes, la orientación que dé el psicólogo y las supervisiones.
El trabajo del acompañante terapéutico dentro de los hospitales y de las clínicas es para y en función del paciente, es un trabajo conjunto con el psicólogo que lo atiende, el psiquiatra de la institución, los terapistas ocupacionales y demás profesionales.
Es necesario trabajar en equipo para que las indicaciones necesarias para el tratamiento del paciente sean coordinadas y no se caiga en modalidades terapéuticas que terminan siendo esquizofrénicas.
Es imprescindible que quien cumpla la función de acompañante terapéutico trabaje en el ámbito de la Salud Mental y sea supervisado permanentemente por un psicólogo, porque muchas veces se desconoce lo perjudicial que para él mismo pueda serle o para el paciente. Recordemos que los pacientes que necesitan de acompañantes son generalmente internados o con graves trastornos de su salud mental. Hoy en día las instituciones privadas por reducir sus costos toman a personas no preparadas adecuadamente para que salgan con pacientes en tratamiento institucional.
Este trabajo no consiste sólo en sacar a pasear al paciente sino también en: Respetar sus tiempos de silencio, de angustia y ansiedad lo que implicaría acomodar el tiempo cronológico a lógico del paciente. Poner el cuerpo, escuchar su delirio, su razón, su locura, su cordura.
Todo esto significa brindarle a los pacientes la posibilidad de apropiarse de su cuerpo, de su voluntad, de su espacio y posibilitarle un nuevo intercambio social.
Fuente http://www.redba.com.ar/Biblioteca%20Virtual/SerAT.htm

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